Ultima actualización :04.10.09
Una de las primeras cosas que oirá Ud. acerca de los adventistas del séptimo día es que no toman bebidas alcohólicas ni fuman. Hace algunos años esto no habría parecido tan raro, porque la mayoría de los protestantes hacían lo mismo; pero ahora es distinto, puesto que mucha gente de todas las confesiones religiosas se unen con sus amigos mundanos para ingerir bebidas alcohólicas y fumar. Cuanta más gente cede a los anuncios tentadores de los comerciantes en licor y en tabaco, más se destacan los adventistas entre las pocas organizaciones religiosas cuyos miembros, por principio, son totalmente abstemios.

No hace mucho un hombre dijo que uno de los pocos lugares en que su hija podría conocer a un joven que no ingiriese bebidas alcohólicas ni fumase, es algún colegio adventista. Podría haber dicho también que uno de los pocos lugares en que un joven puede encontrar una compañera de la vida que haya prometido no fumar ni beber, es también algún colegio adventista.

Este asunto de la abstención de las bebidas alcohólicas y del tabaco no es una mera teoría para los adventistas; es una convicción profundamente arraigada. Más que eso, es una prueba de discipulado, pues nadie que tome bebidas embriagantes o fume puede hacerse adventista.

¿Es esto ser demasiado estricto? Ud. no pensará que lo es cuando comprenda la razón para ello. Se origina en la comprensión que los adventistas tienen de la relación entre el hombre y su Dios, una relación de amor y devoción mutuos. Puesto que Dios amó de tal manera a la humanidad que le dio el Don mejor y más grande, el hombre en cambio da todo lo que tiene a Dios. Fue tan completo el don de Dios al hombre que la dedicación de éste debe ser igualmente completa.

Esto significa que cuando una persona acepta a Cristo como su Salvador, se consagra por completo a Dios -cuerpo, mente y alma - para la eternidad. Implica que desde el momento en que uno se pasa al lado de Dios en la controversia entre el bien y el mal, se identifica - sus esperanzas, deseos y objetivos - con Dios y se pone en el sendero de la vida santificada. Una vez que uno deja atrás ",los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida"(1ª San Juan 2:16), trata de complacer a su Señor "sin temor... en santidad y en justicia" todos los días de su vida (San Lucas 1:74,75)

Si Ud. piensa que eso es excesiva justicia y anhelo de perfección, recuerde que ése es el ideal de Dios para nosotros. Jesús dijo :"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (San Mateo 5:48). El propósito básico del plan de salvación era librar al hombre de la penalidad y el poder del pecado y restaurar en él la imagen de su Hacedor. Jesús vino para salvar " a su pueblo de sus pecados" (San Mateo 1:21) y finalmente presentarlo "sin mancha delante de su gloria con alegría"(San Judas 24). El "se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (Tito 2:14)

El blanco que San Pablo proponía a sus conversos era la santificación completa. A los tesalonicences, escribió :"el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo  vuestro ser, espíritu , alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro señor Jesucristo!" (1ª Tesalonicenses 5:23)

Los dones del Espíritu Santo - dijo el apóstol a los efesios - permanecerán en la iglesia para estimular el desarrollo espiritual de cada miembro "hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo "(Efesios 4:13)

Al amar a Dio de todo corazón y al aceptar estas enseñanzas básicas del Evangelio como esenciales al cristianismo verdadero, los adventistas consideran que está mal ceder a cualquier práctica que no esté en armonía con los ideales y los propósitos que Dios tiene para ellos. Con respecto a las bebidas alcohólicas, el tabaco y cualquier otra práctica dañina, se guían por este consejo inspirado : "Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios."(1ª Corintios 10:31)

Están convencidos de que, como representantes de Cristo y de las normas cristianas, tienen la responsabilidad de vivir correctamente. Creen que deben practicar lo que predican,  siguiendo el ejemplo del apóstol San Pablo que dijo :"Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado "(1ª Corintios 9:27)

Cualquiera que profesa ser hijo de Dios y discípulo de Cristo debe buscar su gracia para vivir una vida piadosa y abstenerse de todo lo que pueda dañarle el cuerpo, la mente y el alma. No cabe duda de que un pueblo que ama al Señor y espera su segunda venida en gloria para llevarlo al cielo, debe tener los ideales más elevados y tratar de vivir a la altura de ellos.

Tales son las enseñanzas de los adventistas del séptimo día con respecto a una vida temperante. ¿No son básicamente cristianas y eminentemente razonables? Cualquier iglesia que pretenda representar a Cristo en la tierra debe ser una iglesia limpia, una iglesia pura, libre de todos los hábitos dañinos y de toda complacencia carnal que contradiga el ideal que Dios tiene para su pueblo.

No se nos entienda mal. Los adventistas no son perfectos. Lejos de ello. Son personas comunes que tratan de hacer la voluntad de Dios. Tienen muchas faltas y cometen muchos errores. Sin embargo, se han propuesto un elevado ideal, y por la gracia de Dios, se esfuerzan por alcanzarlo.

Recuerden estas palabras del apóstol San Pablo en que expresaba cuánto se esforzaba por ser como Jesús :"Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús... y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección y la participación de sus padecimientos.... No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús"(Filipenses 3:8-12)

El gran apóstol admitió humildemente : "No pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3;13,14) He ahí el gran blanco de los adventistas del séptimo día.

¿Qué blanco se propone Ud,? ¿Hay cosas que Ud. desearía abandonar y olvidar a fin de disfrutar de más salud, de una mente más clara y de una experiencia cristiana más feliz; por ejemplo, el ingerir bebidas alcohólicas, fumar o usar otros estimulantes? Ud. sabe que estos hábitos le hacen mal, que lenta pero seguramente le minan la constitución, robándole la fuerza física y espiritual. Ud. está seguro de que le impiden alcanzar la plenitud: que le embotan la inteligencia y disminuyen la vitalidad; que, además , rebajan sus ideales. ¿Por qué no los abandona? ¿Por qué no los abandona ahora mismo?

Ud puede responder: "No puedo". ¡Pero sí, puede! No con su propio poder, por supuesto, sino con el poder de Dios. El lo ayudará si Ud. se lo permite. En su lucha contra esos males que destruyen el cuerpo y el alma, encontrará Ud. que el Espíritu Santo es un arma poderosa, "porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo"(2ª Corintios 10:4,5)

He aquí el poder que Ud. necesita, un poder que lo librará de las bebidas alcohólicas, el tabaco o cualquier otro hábito perjudicial que pueda estar esclavizándolo; es un poder que hasta le ayudará a ni siquiera pensar más en esas cosas. Ud. puede disponer de ese poder si lo desea. Para dárselo, Dios sólo espera que Ud. se lo pida y se ponga en actitud de recibirlo. ¿Por qué no lo solicita ahora? ¿Por qué no pide a Dios que se lo dé en este mismo momento? Con él se hará posible esa vida mejor y más noble que íntimamente Ud. siempre ha deseado vivir.

Muchos de sus amigos adventistas han librado la misma lucha y han ganado la victoria. Si se encuentra UD. todavía luchando para librarse, ellos estarán dispuestos a ayudarlo, y a orar con Ud. hasta que alcance la victoria.