QUE AMA AL SEÑOR


Al creer en la Biblia como creen, los adventistas no pueden menos que aceptar a Cristo como su Salvador. Después de todo, él es el "Hombre en el Libro", de quien mayormente habla la Biblia.

Desde el principio hasta el fin, la Biblia se refiere a Jesús. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, él es el tema de su mensaje, el centro y alma de su revelación. Desde el paraíso perdido hasta el paraíso reconquistado, él domina el drama de la historia. Entra en el acto primero como Creador del mundo y del hombre- "sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho" (Sn.Juan 1:3) - y nunca se retira hasta que el mal es eliminado por fin del universo, se transforma la tierra antes arruinada por el pecado, se restaura el Edén, y todos lose seres del cielo y de la tierra se unen para entonar este glorioso himno de victoria :"Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 5:13)

Maravillosa en verdad es la historia de Cisto, la historia más preciosa y bella que jamás se ha contado. De veras, el amor de Dios en Cristo es tan grande, tan vasto, tan profundo que supera nuestra capacidad de comprensión. Conduce a los hombres a amar de todo corazón a este Hombre de Galilea y a caer a sus pies para rendirle culto y adoración mientras dicen : "Señor mío, y Dios mío".

¿Por qué lo aman tanto los adventistas? En esencia, "porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Sn. Juan 3:16) En estas pocas palabras áureas se resume todo el maravilloso plan de salvación. Nos dicen que Dios nos ama; que Jesús nos ama; que juntos, allá en los comienzos nebulosos del tiempo, pensaron en nosotros y planearon nuestra salvación sin pensar en su espantoso precio. Cuando leemos que Dios nos amó de tal manera...., sentimos el dolor de su corazón, y medimos la vastedad de su amor por la grandeza de su dádiva.

El amor divino, que excede a todo amor
"Dios es amor", afirma la Biblia. Si fuera posible expresar la naturaleza divina en una sola palabra, con toda certeza esa única palabra sería amor.

Para dar a conocer los "más profundos secretos del cielo" Jesús vino a morar entre los hombres en la muy misteriosa y gloriosa encarnación. Dios, en Cristo, vino a reconciliar el mundo a sí (2ª Corintios 5:19). Desde el pueblo de Nazaret hasta el monte de los Olivos, trató de convencer a los hombres del amor que les profesaba. De su tierno corazón fluía el amor en una corriente interminable de palabras bondadosas y actos amables. Benignamente, se hacía amigo del pobre, del enfermo, del desechado. Amaba a los niños, a los jóvenes, a los ancianos. Amó a todos; y todos, si así lo hubiesen querido, podrían haber disfrutado del gozo de su amistad.

El amor era el tema central de sus enseñanzas. Sus discípulos, ordenó él, debían amar no solamente a sus amigos, sino también a sus enemigos; hacer el bien a quienes los odiasen, orar por quienes los tratasen en forma maligna (Sn. Mateo 5:44). Su primera obligación era amar a Dios de todo corazón, con toda el alma, la mente y las fuerzas, y a su prójimo como a sí mismos (Sn.Mateo 22:37)

"El que me ama- dijo él- será amado por mi Padre, y yo le amaré" (Sn.Juan 14:21)

El enseñó a los hombres a llamar a Dios "Padre". Muchos nunca habían pensado en Dios de esa manera. Más bien, lo habían imaginado - como muchos lo hacen todavía hoy- como alguien muy lejano, severo e inaccesible. De entonces en adelante debían orar así : "Padre nuestro que estás en los cielos ". ¡Cuán cercano, y querido, y real lo hizo él! ¡Cuán lleno de pensamiento amoroso e interés benigno!

El se dió a sí mismo
Para coronar su revelación del amor de Dios, Jesús fue al fin a la cruz. Allí como representante perfecto de la raza, sus naturalezas humana y divina se unieron inseparablemente. Habiendo vivido a través de toda su vida terrenal en perfecta obediencia a su propia ley eterna de justicia, él ofreció un sacrificio completo, perfecto y todo suficiente por los pecados de los hombres. Como dice el apóstol San Pablo :"Así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituídos justos "(Romanos 5:19)

El sacrifico de Cristo fue del todo voluntario. El se dio a sí mismo. "El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos"(San. Mateo 20:28)

Dijo el mismo Señor :"Nadie me la quita (la vida), sino que yo de mí mismo la pongo" (Sn.Juan 10:18)

"Nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo...- escribió San Pablo - se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad" (Tito 2:13,14)

"Ofreciéndose a sí mismo"(Hebreos 7:27)

"Se dio a sí mismo en rescate por todos" (1ª Timoteo 2:6)

Aquí había amor, amor perfecto, voluntario, dispuesto a rendir la vida por otros.

Nunca podremos saber cuánto significó esto para Cristo. El costo del Calvario para él y para el Padre permanecerá siendo un misterio que estimulará la admiración del universo entero a través de la eternidad (1ª Sn.Pedro 1:11,12)

Sólo al tratar de comprender la perfección absoluta del carácter de Dios y su consecuente abominación del pecado, podemos vagamente apreciar el precio que pagó al dar a su Hijo para morir por nuestra redención. Su detestación de todo lo malo es infinita y eterna. Con todo, Cristo tomó sobre sí mismo el pecado de la raza humana.

Dijo San Pablo: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2ª Corintios 5:21)

"El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5)

Sobre aquél que vino de Dios, con toda la delicada sensibilidad de un carácter perfecto, cayó el terrible impacto de la penalidad del pecado. No debemos sorprendernos de que las Escrituras digan "Comprados sois por precio". ¡Y qué precio!

"Fuisteis rescatados... no con  cosas corruptibles, como oro o plata - dice San Pedro-, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación "(1ª San Pedro 1:18,19)

Glorias de la cruz
Tratando de explicar a los miembros de la iglesia de Filipos la naturaleza estupenda del sacrificio divino, el apóstol San Pablo escribió estas sublimes e imperecederas palabras :"El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz"(Filipenses 2:6-8)

¡De lo más elevado a lo más bajo; del trono de gloria al patíbulo; del absoluto poder a la perfecta sumisión; de la suprema autoridad a la más profunda humillación, de las alabanzas de las huestes angélicas a las maldiciones de los hombres blasfemos!

¡Qué sacrificio maravilloso! ¡Tan incomprensiblemente lejos Dios estaba dispuesto a ir para conseguir nuestra salvación! Así trató de revelar su amor al hombre y salvar el abismo que el pecado había abierto. En las palabras de San Pedro :"Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1ª San Pedro 3:!8)

Con San Pablo, no podemos menos que exclamar :"¡Gracias a Dios por su don inefable"" (2ª Corintios 9:15)

Mire Ud. otra vez a Cristo clavado en la cruz. Contemple al Hijo de Dios muriendo por el impío. Contemple a Aquel en quien se concentra  toda la verdad, muriendo por seres sumidos en el error. Contemple a Aquel que es la personificación de la sabiduría, muriendo por el necio y el ignorante. Contemple a Aquel de quien mana toda la vida, entregándose por los que están muertos en el pecado. Contemple al que es él mismo santidad, pureza y rectitud, muriendo por el mundano, el impuro y el depravado. Contemple a Aquel en quien se centraliza todo el poder, sometiéndose a toda indignidad, al morir por el díscolo y el débil. Contemple a Aquel que es todo amor rindiendo el pobre y el maltratado cuerpo como sacrificio en este despreciado y anatemizado altar;  ved al Amor sufriente, el Amor clavado en la cruz, el Amor moribundo para que el indeseable, el vicioso, el odioso puedan salvarse.

Esto es lo que los adventistas creen acerca de Jesús. Por eso lo aman y están dispuestos a renunciar a todo por él .

Habiéndole rendido el corazón y habiendo probado los gozos de su salvación, anhelan llevar a otros la misma felicidad. Ahora le preguntan : ¿No aceptará Ud. el amor que le ofrece, y se entregará a él?

"Tierno y amante, Jesús nos invita" - dicen las frases de un antiguo himno cristiano. ¿Qué le dirá Ud. a él....ahora?
Ultima actualización :03.Octubre.2009
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